Y llegó sin llamar, te visitó sin avisar,
el fuego se llevó
todo lo que tanto te hizo sudar.
Eso que tanto querías,
lo que tanto te hacía gozar.
Derrumbado ante cenizas
ante lenguas ensangrentadas,
lágrimas negras se tragan
el aire que ahora no exhalas.
Se te desgarra la voz
ante tanta "malagana",
por no gritar "me engañe"
con la falsa camarada.
Tira la ropa vieja
que mantienes apolillada,
soplale a las cenizas
para que de dentro te salga
la rabia contenida
los desprecios que trajo el alma.
No dejes que nadie agache
tu cabeza soberana,
nadie tiene el poder
solo tú dejas que hagan.
Hay un sendero nuevo
que pisar, que llenar de acordes
con tus manos encontraras
el sonido que ya conoces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario