Despacio, tranquilo venia recitando
historias de heroes que iba inventando,
cantaba a los aires vida y milagros
gran aranero de tragos amargos.
Narraba que iba y volvía de circos
llenos de figuras sacadas de libros,
personaje de un mundo de pura ilusión
que nunca perdía la ironía en su voz.
Contaba los días que anduvo perdido
entre carreteras carentes de rumbo,
contaba los pasos que daba aturdido
y nunca llegaba al número preferido.
Nunca encontrò su tesoro escondido
nunca buscó su erario perdido,
apenas llegar a su laberinto
entro en el refugio que quiso su olvido.
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